lunes, 22 de julio de 2013
Juan Pablo Viscardo y Guzmán
Juan Pablo Viscardo y Guzmán nació en Pampacolca (Arequipa) el 27 de junio de 1748. Sus padres fueron el hacendado Gaspar Viscardo y doña Manuela de Zea. Vivió en su pueblo natal, hasta que a los 13 años viajó al Cusco para estudiar en el seminario jesuita San Bernardo del Cusco.
En 1767, el rey Carlos III ordenó la expulsión de los jesuitas, por lo que Viscardo y sus compañeros fueron llevados a Italia. Se instaló en Massa Carrara (Toscana) donde en 1781 se enteró de la rebelión de Túpac Amaru II y, entusiasmado, envió cartas a los ingleses solicitando ayuda para el cacique cusqueño. El mismo año viajó a Londres para insistir en el apoyo inglés para la independencia americana.
En 1792, se trasladó a Francia que estaba en plena revolución contra el Antiguo Régimen. Aquí redactó su famosa "Carta a los Españoles Americanos", donde arengaba a los criollos de Hispanoamérica a luchar contra la opresión española y construir una patria soberana. En 1791 volvió a Londres, donde continuó escribiendo y haciendo gestiones para que Inglaterra ayude a los independentistas americanos, ha
sta que enfermó y falleció el 10 de febrero de 1798.
Antes de morir, Viscardo dejó sus papeles al inglés Rufus King, quien las entregó al venezolano Francisco de Miranda. Este líder patriota tradujo la "Carta a los Españoles Americanos" al español y la imprimió en Estados Unidos. Luego el documento se propagó por todo el continente contribuyendo a la conciencia patriótica e independentista de los americanos.
Antes de morir, Viscardo dejó sus papeles al inglés Rufus King, quien las entregó al venezolano Francisco de Miranda. Este líder patriota tradujo la "Carta a los Españoles Americanos" al español y la imprimió en Estados Unidos. Luego el documento se propagó por todo el continente contribuyendo a la conciencia patriótica e independentista de los americanos.
jueves, 18 de julio de 2013
Carta de María Elena Moyano
La presente carta fue publicada el 17 de Febrero de 1991 y está escrita por nuestra heroína María Elena Moyano en el Diario la República. En el podemos advertir las primeras intenciones de los movimientos terroristas de querer infiltrarse dentro de los movimientos sociales y grupos vecinales. María Elena denuncia las campañas de desprestigio que caen sobre ella y las constantes amenazas de muerte que no la amilanaron y la hicieron más fuerte. De esta forma María Elena firma su sentencia pera entrar en la historia del Perú como nuestra Madre Coraje:
Con suma indignación he recogido un volante que anda circulando, de un tal MCD que reivindica al PCP Sendero Luminoso, manifestando una serie de calumnias hacia mi persona, y me veo, frente a lo denunciado, en la necesidad urgente de aclarar:
1. Me acusan de estar aliada con el gobierno y las fuerzas armadas. Ustedes son testigos que siendo dirigente muy joven y como presidenta de la Federación de Mujeres de Villa El Salvador, siempre deslindé y luché con los gobiernos de turno que oprimen al pueblo. Además, denuncié las violaciones a los derechos humanos, el genocidio en los penales y el rastrillaje de grupos paramilitares. Ha sido la Federación bajo mi dirección la única organización que en Villa El Salvador salió a las calles a protestar, con miles de mujeres con ollas vacías, frente a la política del Fujishock de Cambio 90.
2. Me acusan de pretender formar rondas urbanas en coalición con las fuerzas armadas. Ustedes, que me conocen en 20 años de historia de Villa El Salvador, jamás podrían creer eso. No estoy de acuerdo con la intromisión del Ejército, jamás lo estaré. Es la historia de Villa El Salvador que ha implementado desde su fundación las rondas vecinales autónomas para enfrentar a la delincuencia y la drogadicción.
3. Me acusan de robar al pueblo. Ustedes saben que desde la edad de 15 años trabajé como animadora de educación inicial, alfabetizadora, promotora de salud, todo este trabajo por cinco años en forma voluntaria; así lo demuestran las madres que enseñé a leer y escribir; niños hoy jóvenes a quienes enseñé educación inicial. Ustedes me vieron durante muchos años desde la construcción de la Federación de Mujeres caminando por los arenales de Villa El Salvador, construyendo y formando sus sólidas bases. Mi práctica es una práctica de entrega y sacrificio, sin recibir nada a cambio.
Aclaro: frente al dinero de Canadá, si dicen que tienen mil ojos, cómo es que no pueden ver los cuatro centros de acopio construidos con su implementación interior. Véanlos. Además, debo decirles que jamás administré, ni como persona ni como dirigente, este dinero, que fue administrado por la propia institución.
Frente al dinero del Isis, si dicen que tienen mil oídos, por qué no escuchan las asambleas de centrales de comedores, donde la comisión responsable de la administración de este dinero informó detalladamente de la distribución del dinero en capital de trabajo para los cuatro centros de acopio de la Federación, la compra de un generador y una balanza gigante. Será la Federación quien ratifique esta información.
4. Frente a lo de las cajas de leche, jamás en mi historia dirigencial repartí víveres o leche, porque mi cargo como presidenta así lo requería. Siempre existieron comisiones, como la de abastecimiento, que compra con el comité distrital y vende a los comedores con su propio dinero. La Federación con pruebas lo aclarará.
5. Frente al impuesto a los comerciantes, si tienen mil oídos sabrán del clamor del pueblo porque se fiscalice e imponga sanciones a algunos comerciantes. Esto lo organizan las inspectoras femeninas populares, pero el dinero recabado pasa a los fondos del municipio, que luego va al servicio del pueblo.
6. Me acusan que yo dinamité el Centro de Acopio y que ellos no fueron. Veamos mi práctica: desde la fundación de la Federación, ayudé a la formación de sus bases sólidas y fuertes. Mi práctica es de construir, y desde los doce años ayudé a las madres a levantar locales comunales, postas médicas, plantar árboles, etc.
Siendo joven, formé grupos juveniles Hijos del Pueblo, Renovación, y ayudé a la conformación del Comité de Lucha de Animadoras de Educación Inicial, del cual fui presidenta. Siendo madre, formé clubes de mujeres y de madres, cientos de comités de vaso de leche; siendo presidenta, ayudé a la construcción de todos los locales que hoy tiene la Federación, centros de acopio y la Casa de la Mujer.
Lo que construí con mis propias manos jamás lo podría destruir. Entonces, no basta el discurso radical, ni la calumnia. Los hechos son los que demuestran.
Agradezco la solidaridad de las mujeres organizadas, de la juventud salvadoreña, de mis vecinos que me vieron crecer en estos 20 años de historia de Villa El Salvador que apuestan a la vida.
Finalmente, vecinos, la revolución es afirmación a la vida, a la dignidad individual y colectiva. Es ética nueva. La revolución no es muerte, ni imposición, ni sometimiento, ni fanatismo. La revolución es vida nueva, es luchar por una sociedad justa, digna y solidaria al lado de las organizaciones creadas por nuestro pueblo, respetando su democracia interna y gestando los nuevos gérmenes del poder del nuevo Perú. Seguiré al lado de mi pueblo, de las mujeres, jóvenes y niños.
Seguiré luchando por la paz con justicia social.
Viva la Vida.
María Elena Moyano
lunes, 15 de julio de 2013
MEMORIAS DE UN SANTO MILAGROSO
Por: Pelayo Abanto Ríos
Entre los tantos viajes que realizó en el Perú el destacado viajero francés Charles Wiener, hay uno del cual quedó maravillado, se trata de una visita que hizo a la ciudad del Cusco en 1876, en Semana Santa. Wiener además de considerar a nuestra ciudad como “la Roma de América del Sur” por sus portentosas construcciones arquitectónicas, quedó impresionado de la gran devoción al Señor de los Temblores. El viajero describe a la procesión del Santo Moreno -que por cierto el color de la sagrada imagen para entonces ya había ennegrecido por el paso de más de dos siglos desde su origen- como uno de los cultos más importantes de la ciudad del Cusco, y refleja ese fervor religioso en una anécdota que escribiré textualmente: “Un día Monseñor Ochoa, obispo del Cuzco hasta 1875, quiso remozar la imagen bien querida. Encargó a un pintor que preparase sus más hermosos colores y sus mejores pinceles para esa construcción sagrada. Una buena mañana el pintor instaló sus escaleras delante del altar para volver a dar al dulce Jesús sus colores desaparecidos. Al punto, el ruido de lo que se llamaba una profanación, se extendió en la ciudad. Se iba, decían unos, a vender al Señor de los Temblores a la ciudad de Arequipa donde hay un temblor todas las semanas. Se iba, decían otros, a despojarle de su virtud poniéndole la mano. Negro, era todopoderoso, ¿para qué pintarlo de blanco?
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Varios centenares de indios aglomerados delante de la iglesia, pidieron que no se tocara a su Cristo. Para calmarlos, se les arrojó las escaleras del pintor. Ellos las rompieron, y no contentos aún, pidieron que se les entregara al artista. Para protegerlo, el Obispo hizo cerrar la Catedral. Entonces la indiada, la masa de los terribles creyentes, se revolucionó. Los indios se trasladaron, gritando, ante el palacio episcopal. Bajo los golpes de las piedras que arrojaban, las ventanas volaron en pedazos; al resistir las puertas el furor de los promotores de la sedición, creció aún más; brotaron gritos violentos y la rabia, llegada a su exaltación extrema, se afirmó por esta amenaza furibunda: “Bebamos esta noche la chicha en el cráneo del obispo”. Los fanáticos se arrojaron enseguida contra la puerta, que cedió, bajo la presión de esa ola humana. Entretanto el Obispo había podido huir y escaparse atravesando el seminario, que comunicaba por puertas secretas, con el palacio episcopal”. Y añade Wiener: Fue uno de los raros y terribles despertares de esa raza, cuyos instintos guerreros parecen dormir durante un siglo, para estallar durante una hora en toda su intensidad.
Si nuevamente a alguien se le ocurriría en estos tiempos restaurar el color a la imagen de nuestro milagroso Santo ¿cómo reaccionarían los cusqueños?
miércoles, 10 de julio de 2013
LA VIDA
"La vida se puede resumir en tres palabras: triste, ridìcula y puerca; sin embargo, nosotros podemos derramar algo de regocijo en esa tristeza, algo de elevación en esa ridiculez y algo de limpieza en esa porquería".
(Manuel González Prada, Obras, I, 370).
"¡Ah, Catita, la vida no es un río que corre: la vida es una charca que se corrompe!"
(Martín Adán, La casa de cartón).
(Manuel González Prada, Obras, I, 370).
"¡Ah, Catita, la vida no es un río que corre: la vida es una charca que se corrompe!"
(Martín Adán, La casa de cartón).
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